Se acercan las vacaciones de invierno y algunas familias tienen la posibilidad de ir a pasar unos días en destinos con nieve. Sin embargo, ir con niños puede suponer un auténtico reto. Sigue algunos consejos básicos de logística y organización.
Antes del viaje
Los peques de la casa crecen muy rápido: prepará la ropa y comprobá que el talle sigue siendo válido. Organizá la ropa de esquí por separado, incluyendo todo lo básico: camiseta y malla térmica, medias altas, una capa de abrigo, una tercera capa aislante del viento y de la humedad, guantes, gorro, anteojos etc.
Comprobá el parte meteorológico tres días antes: si se esperan nevadas o frío, será muy recomendable llevar ropa de cambio. Si tus hijos están en período de crecimiento, te recomendamos alquilar casco, botas, esquís y bastones en un lugar próximo a las pistas con servicio de consigna.
Si vas a pasar más de un día, reservá tu alojamiento con tiempo para evitar sorpresas tanto en el precio como con la disponibilidad. Lo mismo si organizas actividades.
Prepará un pequeño botiquín de primeros auxilios para tener siempre con vos, contratá seguro médico o bien consultá con tu obra social o prepaga si te cubre en el lugar de destino. No te olvides de llevar los medicamentos en el caso que sea necesario y procurá tener bebidas calientes a mano.
Además siempre revisá donde hay un centro de atención médica para ya contar con la información por si algo te sucede.
Durante el viaje
No te olvides de aplicar crema solar a los más pequeños antes y durante la jornada de esquí. El sol es más incisivo en las zonas de alta montaña y además los rayos del sol se reflejan en la nieve, lo que provoca mayor riesgo de padecer quemaduras.
Por otro lado, la piel de un niño o un bebé no produce tanta cantidad de melanina, sudoración o defensas como la de un adulto. Precisamente por eso son más vulnerables a los rayos del sol.
Para los bebés y niños 0 a 5 años hay que utilizar un protector solar con una protección muy alta (SPF 50+) y específica para niños. Entre los 6 y 10 años se puede reducir el factor de protección solar, pero siempre ha de ser alto (SPF30) o muy alto (SPF 50+).
Asimismo, no solo hay que proteger la piel de los niños, sino también su vista. Debemos ponerles anteojos de sol o ventisca para proteger sus ojos de los rayos ultravioletas (UV). La exposición excesiva y repetida al sol afecta a la córnea y, a la larga, puede provocar cataratas y otras lesiones oculares.
Estas son algunas recomendaciones básicas, por supuesto que cada familia tendrá sus particularidades. Pero creemos que esta es una línea de inicio para una organización segura para unas lindas vacaciones
