Un análisis de la distribución de los riesgos en Argentina realizada por Climate Watch revela una marcada preponderancia de los eventos hidrometeorológicos. Las inundaciones, con un 58,76%, se consolidan como la principal amenaza, seguidas por las tormentas, que alcanzan el 19,59%. En conjunto, ambos fenómenos explican más de tres cuartas partes de los desastres registrados en el territorio nacional.
La geografía y el clima de Argentina configuran un mapa de riesgos diverso, pero los datos son contundentes: el agua es el principal protagonista de las emergencias. Según el gráfico de distribución de riesgos naturales, casi seis de cada diez eventos adversos en el país corresponden a inundaciones. Este fenómeno afecta de manera recurrente a vastas zonas productivas y centros urbanos, principalmente en la llanura pampeana y la cuenca del Plata, con especial incidencia en provincias como Buenos Aires, Santa Fe y la región del Litoral.
En segundo lugar, con un 19,59%, se ubican las tormentas, que a menudo actúan como detonantes de las inundaciones, pero que también causan estragos por sí mismas a través de vientos fuertes, granizo y actividad eléctrica. La combinación de inundaciones y tormentas suma un alarmante 78,35%, evidenciando una alta vulnerabilidad del país a las amenazas de origen hídrico y meteorológico.
En un siguiente nivel de frecuencia, y con porcentajes considerablemente menores, se encuentra un grupo de riesgos variados. Los incendios forestales representan el 5,15% de los eventos. Esta amenaza, a menudo ligada a la acción humana y agravada por períodos de sequía, golpea con fuerza a regiones como la Patagonia, las sierras de Córdoba y, en los últimos años, los humedales del Delta del Paraná.
Con un idéntico 4,12% de ocurrencia cada uno, aparecen la actividad volcánica, los corrimientos de tierra y la sequía. La actividad volcánica es un riesgo latente a lo largo de la Cordillera de los Andes, una de las cadenas montañosas más activas del mundo. Los corrimientos de tierra, por su parte, se concentran en zonas montañosas o de barrancas, mientras que la sequía impacta de forma extensa y silenciosa, afectando gravemente a la producción agropecuaria en múltiples provincias.
Finalmente, en la base de la tabla, se encuentran los terremotos y las epidemias, cada uno con un 2,06% del total de registros. A pesar de su baja frecuencia a nivel nacional, el riesgo sísmico es extremadamente alto en la región de Cuyo (especialmente en San Juan y Mendoza) y el Noroeste, zonas que concentran la mayor peligrosidad sísmica del país.
Este panorama subraya la necesidad de fortalecer las políticas de gestión de riesgos, con sistemas de alerta temprana cada vez más precisos y planes de ordenamiento territorial que consideren estas amenazas recurrentes, priorizando la mitigación de los fenómenos más frecuentes sin subestimar el potencial destructivo de aquellos menos habituales.
